Decálogo del Citricultor

Hacer de la actividad citrícola una competencia leal, franca, que nos haga desarrollar virtudes para la vida.

Hacer de nuestras fábricas y tierras un lugar de encuentro, vínculo de solidaridad y amistad.

Mantener la honestidad con uno mismo y con los demás, teniendo amplitud de mente y de corazón para abarcar todas las situaciones.

Profundo respeto por el trabajador rural y el consumidor, expresado en un constante esfuerzo de colaboración con éstos.

No hacer de los acuerdos comerciales “una pequeña guerra” sino un acercamiento entre hermanos. Por encima de las habilidades individuales, hacer

resaltar la capacidad de moverse creativamente en equipo por el bien de la citricultura.

Crecer en la relación con mi equipo de trabajo para relacionarme de la misma forma con todos.

Recordar que la actividad comercial no es un fin en sí misma, sino que tiene que ser un medio para construir una sociedad nueva.

Que tanto nuestros éxitos empresariales como el de los demás, sean motivo de alegría y mejora en el bien común.

Que el objetivo de nuestra actividad sea ser felices y hacer felices a los demás.

Nacido del sentir de nuestra fundadora Carmen Bollea Mata, revela nuestra esencia plasmada en cada una de nuestras fincas.